miércoles, 5 de diciembre de 2007

VAINILLA

Te reciclaron el alma, el carácter, la moral,
hicieron pedestales inocuos de tu conciencia,
y sigues preguntándonos al viento ¿Quién?

te han respondido en diferido,
y conversaciones falsas inician tu ascenso
en escalera de estatuas encaramadas,
pidiendo pétrea mudanza, verdades, no gritos,
afán de sentirse también desierto y callado,

o esfuerzo-dificultad-empeño-orgullo
o espejo-alma-duende-cama-sabes que no estoy aquí.

Perfilarse la calle en complicidad de bocinas,
te sé: ese ritmo no es tuyo.

-Pero esa sombra me acompaña.
Paranoia de jueves cerrados en agua,
lenta, decidida a responderte…

¿Tiempo importante de costumbre divina?
apretar los dedos en las bolsas.

Sabes, tu máquina no ha reído,
te ha reído

y pides como extraño, ojalá supliques
un desquicio de ritmos tolerables
que de algo sirva asombrarse, qué se yo,
en tus sueños rara vez te veo.


Una clepsidra se ha anclado en tu memoria,
esa que parecía nihilismo de humos
¡Una vanguardia próspera!
un después predecible, imprescindible
una guerra cifras miedos,
un cuadrado evasivo
y tu soma, míratelo bien,
no me produce nada.

Tendré que no hacer algo,
saber que nunca haré algo,
y en la muerte de aquel empeño
con peste y mierda también ser city,
golpes, tecnología ocurrir mono,
esa vainilla sutil que se desliza por tus cartílagos.

Si algo en la vida valiera la pena,
sería decidir los destinos etéreos aéreos
de mi sueño.

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